Friday, 03 de May de 2024


+ Sociología y politología del futbol + Slim rompe negocio del duopolio




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Detrás de la frustración de la afición mexicana por el triste papel de la selección rumbo al mundial de futbol en Brasil en el 2014 y la copa confederaciones en estos días también en Brasil, se encuentra una de los problemas del deporte en México: el negocio multimillonario controlado por las dos grandes televisoras.

Por el efecto sicológico de victorias y derrotas en la sociedad mexicana y por la estructura de un negocio prácticamente sin regulaciones estatales pero que influye en la sociedad, el futbol debe ser enfocado no como un problema de calidad sino como un asunto de poder económico. El duopolio Televisa y TV Azteca controlan el futbol por la propiedad de equipos, la transmisión televisiva y sobre los negocios alrededor del deporte de las patadas.

 

 

La crisis en la estructura de dominio duopólico del futbol profesional en México está en rumbo de colisión por la decisión del empresario Carlos Slim de comprar equipos como una forma indirecta de entrar al negocio de la televisión que Televisa y TV Azteca le han impedido. Inclusive, uno de los equipos de mayor tradición, las Chivas de Guadalajara, estuvo a punto de pasar a propiedad de Slim, pero maniobras empresariales con el apoyo político impidieron la venta.

 

 

La conformación del negocio de la televisión ha dañado al deporte y ha afectado la pasión deportiva de la afición que siempre ha estado ajena a los negocios del deporte de las patadas. El control Televisa-TV Azteca del futbol profesional los lleva también a dominar a la selección mexicana de futbol, a imponer entrenadores, a usar a los cronistas para inflar o destruir jugadores y para conducir el deporte como un negocio.

 

 

Aunque se maneja con un patronato aparte, de todos modos los Pumas de la UNAM forman parte de la estructura de control corporativo y de negocios, a costa de una afición estudiantil que ignora los intereses que dominan el futbol. La UNAM aporta el nombre y con ello la UNAM aparece metida en los tejes y manejes de los grupos de poder empresarial que controlan el futbol profesional. El patronato de los Pumas no entrega cuentas del negocio por falta de transparencia.

 

 

Los aficionados al futbol han quedado atrapados en las redes del poder de quienes controlan el negocio. Televisa posee la propiedad de al menos tres equipos --América, San Luis y Necaxa y tiene nexos familiares con el Atlante-- y TV Azteca es dueño de tres equipos --Morelia, Veracruz y Jaguares--; con esa participación, las televisoras manipulan a jugadores, afición y negocio.

 

 

El negocio del futbol tiene que ver con puntos concretos: patrocinadores de equipos y de transmisiones, el manejo de la Federación Mexicana de Futbol, la compra-venta de jugadores sin reconocerles ningún derecho de asociación o de sindicalización, control de los estadios y la publicidad física en ellos y la venta de bebidas alcohólicas, la transmisión en exclusivas de partidos y con ello la venta de patrocinadores en la pantalla que violan la ley de comunicaciones con spots que interrumpen la imagen de los juegos y el control de la Selección Mexicana de Futbol y sus correlativos patrocinadores.

 

 

Los aficionados son asumidos como consumidores de una pasión manejada como negocio del duopolio. A ello contribuyen, por ejemplo, los narradores y comentaristas que dedican sus esfuerzos a defender al equipo propiedad de la cadena a la que pertenecen. Televisa y TV Azteca dominan el 94% de la transmisión en exclusiva de los partidos, 17 de 18 equipos. A través de la narración se fabrican popularidades y se manipulan las pasiones de los aficionados.

 

 

Hasta ahora, el futbol ha logrado mantenerse alejado de cualquier regulación institucional, educativa o deportiva y se ha dejado al control de Televisa y TV Azteca. En 1970 el futbolista Carlos Albert fundó el primer sindicato, pero las autoridades no intervinieron cuando aumento la persecución de sindicalizados; al final, sin apoyo, el sindicato feneció. A finales de los ochenta se creó la Asociación de Futbolistas Profesionales para regular la venta de jugadores, pero el poder de los propietarios ha sido mayor. Hasta ahora, los futbolistas que alimentan la pasión deportiva principal de los mexicanos carecen de apoyo organizacional.

 

 

Algunos fracasos de la Selección Nacional en competencias internacionales llevaron inclusive al escándalo nacional y afectaron la imagen de México: en 1988 los directivos falsificaron actas de nacimiento de jugadores para el juvenil de 1989 pero fueron descubiertos; el castigo por el escándalo de los cachirules implicó la prohibición a la selección mayor a participar en el mundial de Italia de 1990. La opacidad en el manejo del negocio y la pasividad oficial ante el poder del duopolio ha impedido formas de observación y regulación del negocio, sobre todo por el efecto social que tiene sobre los mexicanos aficionados.

 

 

Pero las estructuras políticas aparecen dominadas por los intereses empresariales deportivos. El presidente de la Comisión de Deportes de la Cámara de Diputados es Felipe El Tibio Muñoz, una de las figuras sobresalientes de la olimpiada de México 68 porque obtuvo la única y primera medalla de oro en natación; sin embargo, El Tibio pertenece a la estructura de control del deporte olímpico bajo los intereses de poder del eterno coordinador a nivel nacional e internacional del olimpismo, Mario Vázquez Raña. Y el deporte olímpico es paso previo al profesional. Y el presidente de la comisión de Juventud y Deporte del Senado es Carlos Puente Salas, del Partido Verde, que ha trabajado nada menos que en TV Azteca y por tanto forma parte de la telebancada que defiende los intereses de las televisoras, y en este caso concreto del deporte televisado.

 

 

Un paso para airear el deporte sería la ruptura del control del duopolio y ahí ha aparecido Slim que ya tiene la exclusividad de juegos del León y pronto del Pachuca (que hoy tiene TV Azteca) y los Tecos de Guadalajara. Pero lo que hace falta es que el Congreso ponga atención en uno de los deportes que genera estado de ánimo de la sociedad y en los que la sociedad aparece sólo como consumidora de los intereses de los propietarios del futbol profesional y que debió de haber sido incluida en la reforma de telecomunicaciones.

 

 

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